Movimientos Insólitos

El oro vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer cuando huele nervios: marcar máximos históricos. La combinación de tipos a la baja en Estados Unidos y la tensión creciente en Venezuela ha encendido el modo refugio. Inversores grandes y pequeños vuelven al metal como quien se agarra al chaleco salvavidas cuando el mar se encrespa. No es romanticismo, es puro instinto financiero: cuando el mundo se complica, el oro manda.

Ferrovial sigue jugando en otra liga y ya tiene pista clara dentro del Nasdaq 100 para consolidar sus máximos bursátiles. La compañía española ha conseguido algo que hace unos años sonaba a ciencia ficción: ser tratada como un peso pesado global de infraestructuras en el mayor escaparate tecnológico del mundo. El mercado lo compra porque ve ingresos estables, proyectos a largo plazo y una gestión que no improvisa. No es hype, es reputación construida a base de contratos y paciencia.

En la sesión diaria, el Ibex 35 se ha movido entre la cautela y el aguante, reflejando un mercado que no está eufórico, pero tampoco asustado. Bancos, energéticas y grandes valores siguen sosteniendo el índice mientras los inversores digieren el escenario de tipos, tensiones geopolíticas y cierre de año. No hay fuegos artificiales, pero tampoco pánico. En bolsa, a veces sobrevivir ya es una victoria.

SpainUP

Trump vuelve a cruzarse en el camino de Iberdrola y tumba otro proyecto de eólica marina en Estados Unidos. El mensaje es claro: la transición energética también es política, y no siempre gana el viento. Para Iberdrola supone un golpe estratégico en uno de sus mercados clave, y para el sector, un recordatorio de que invertir miles de millones no te blinda frente a un cambio de humor en la Casa Blanca. La energía verde avanza, sí, pero con baches y zancadillas.

Uber y Baidu han decidido unir fuerzas para probar robotaxis en Reino Unido a partir de 2026, una alianza que mezcla músculo tecnológico chino con plataforma global estadounidense. El movimiento apunta a una carrera silenciosa pero feroz por dominar la movilidad autónoma antes de que sea mainstream. Reino Unido actúa como laboratorio regulatorio y escaparate europeo. Si funciona, el efecto dominó puede ser serio; si falla, será otro experimento caro en la larga lista del coche sin conductor.

Por último, Faes Farma vuelve a demostrar que en muchas empresas españolas el poder sigue siendo cosa de familias. José Ignacio Comenge, primer accionista de Prim, supera el 5% del capital, reforzando su peso en el accionariado. No es un movimiento especulativo, es posicionamiento a largo plazo. En un mercado cada vez más ruidoso, hay quien sigue apostando por sentarse en la mesa, esperar y mandar sin hacer demasiado ruido. Y muchas veces, eso es justo lo que funciona.

Geopolítica

Europa empieza a decir en voz alta lo que llevaba meses pensando en silencio: Ucrania no puede permitirse perder a toda una generación de jóvenes mientras dura la guerra. Bruselas presiona a Kiev para que ponga freno al éxodo hacia países vecinos porque el problema ya no es solo humanitario, es demográfico y económico. Menos jóvenes significa menos soldados hoy, menos trabajadores mañana y un país más difícil de reconstruir cuando acaben las bombas. Traducido sin rodeos: Europa quiere ayudar a Ucrania, pero no hacerse cargo indefinidamente de su fuga de talento y mano de obra. La solidaridad tiene límite cuando empiezan a temblar los sistemas sociales propios.

Mientras tanto, en Siria, el ISIS vuelve a intentar levantar la cabeza aprovechando el caos permanente y el desgaste de todos los actores implicados. No es el ISIS de 2014, ni de lejos, pero sigue siendo lo bastante peligroso como para recordar que nunca desapareció del todo. Ataques dispersos, células durmientes y propaganda bien engrasada en redes bastan para mantener viva la marca del terror. Cada reaparición es un aviso incómodo para Occidente: los conflictos que se “congelan” no se resuelven, solo esperan su momento.

En Moscú, un general ruso ha muerto en un atentado con coche bomba, un golpe directo al corazón del aparato militar y a la narrativa de control total del Kremlin. Más allá del nombre concreto, el mensaje es potente: la guerra ya no está tan lejos del centro como se quiere hacer creer. Que un ataque así ocurra en la capital sugiere grietas en la seguridad y eleva la paranoia interna. No es solo una baja militar, es una señal política de que el conflicto empieza a filtrarse en casa.

Si alguien te lo ha reenviado, es por algo.
Suscríbete para recibir ElCafé cada día.
Y si te ha servido, pásalo a alguien que quiera estar un paso por delante.

Comentarios

or to participate